Había olvidado que yo también tenía corazón.
No hablo del músculo cardiaco que se contrae y expande. Latiendo rítmico y extraño en las profundidades de mi pecho. Hablo de aquel sobre el que se regocija y sufre mi alma, el que hace brillar mis ojos y vibrar hasta el último rincón de mis entrañas. Hablo del contrapunto de la razón. Hablo porque tengo que hablar,Y porque a veces es bueno hacer rabiar a mi parte sensata.
Había olvidado que yo tambien tenía corazón.
Y lo frágil que era. Y lo sencillo que era verlo deshacerse en mil pedazos y lo difícil que resultaba recomponerlo. No recordaba su impertinencia ni su osadía. Ni su orgullo, ni su altivez. Ni cómo se aferraba a la nada y la llenaba de esperanzas, de historias habidas y por haber, de esperanzas vanas.
Había olvidado que yo también tenía corazón.
Aunque ya no cantara, aunque ya no gimiera. Aunque ya no suspirara por nadie, seguía ahí. La bruma le envolvía, pero seguía siendo el mismo. Ingenuo e infantil. Bravo y temerario. Dulce y terrible. Descuidado y cabezota. Normalmente, idiota.
Había olvidado que él dictaba y yo escribía, que yo era el caballo y que él sujetaba las riendas.
Y que el día que decida lanzarse al vacío, yo, gustosa, saltaré con él.
Escondida detrás de una pared.
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¿Recuerdas cuando se te caía el mundo y yo estaba a tu lado? Era yo quien
iba a donde sea que estuvieras a abrazarte hasta que te tranquilizaras. Te
acar...
Hace 12 años