miércoles, 26 de septiembre de 2012

Cartas cruzadas (Markus Zusak)

Adoro leer, hay mil libros y poemas que recomendaría. Sin embargo, apenas hay nombres propios de autores en mi altar de la literatura. Y en él hay dos zetas que escribo con mayúscula.
La primera es de Stefan Zweig que es capaz de transformar el hecho más monótono y aburrido en un escenario lleno de luz y color acompañado por toda una orquesta sinfónica vienesa. La Historia vista a través de sus ojos se convierte en una apasionante novela. El político más callado, en rufián sin escrúpulos. La aventura fracasada, en toda una metáfora de la grandeza del ser humano. Él es sin duda mi autor muerto favorito.

Curiosamente, mi autor vivo predilecto también se escribe con la última letra del abecedario. Cuando saqué Cartas cruzadas de la biblioteca, ni siquiera me molesté en mirar la contraportada, el nombre de Markus Zusak me sobraba y me bastaba. La ladrona de libros, otra novela de este genial escritor, es probablemente el libro que menos tiempo ha pasado en mi estantería. Según me lo devuelven, lo vuelvo a dejar. Lo prefiero libre y destartalado, compartiendo su historia una y otra vez, que en perfecto estado cogiendo polvo en mi estantería. Siempre he creído que un libro es la suma de la historia que cuenta, con las historias de aquellos que lo leen.

"El hombre de la pistola es un inútil"

Con esa frase comienza Cartas cruzadas. Siempre en la línea del estilo sencillo y parco, en el que de vez en cuando se oye un disparo de agudeza. Se nos narra en primera persona la historia de un joven, Ed, que sin más objetivo en la vida que el de seguir ciegamente a su mejor amiga, que rehuye del amor y que es capaz de acostarse casi con cualquiera menos con él. En contraste, el protagonista opina que el seo debería ser como las matemáticas, no debería pasar nada porque no se te de bien. Tienen dos amigos, uno que no es capaz de dar un palo al agua y otro con un amor desmesurado hacia un coche cochambroso.

Tras detener a un penoso atracador de bancos. Ed comienza a recibir ases de la baraja francesa con mensajes en clave. Cada uno de ellos le conduce a una persona que deberá ayudar. La trama es entretenida y cercana, pero lo verdaderamente interesante se haya en el núcleo de los mensajes. Es un libro de pequeños gestos, de como el personaje más insignificante, es capaz de cambiar la vida para mejor de todos los de su alrededor, aunque a veces se lleve un buen cogotazo. Una vez terminada la última página, dan ganas de imitarle. Si él ha podido hacer del mundo ladrillo a ladrillo un lugar más feliz, tal vez yo también pueda hacerlo en la vida real. Markus Zusak ha conseguido que la empatía no parezca tan difícil.


sábado, 8 de septiembre de 2012

Un nuevo amigo

A mi modo de ver, no nos presentaron adecuadamente. Sobre todo teniendo en cuenta que nuestra relación iba a durar toda la vida. Mientras no hubo que tratar directamente con él, no hubo problemas. Luego llegó mi San Martín. Para empezar, era más ancho que alto, soltaba gases y había ruidos extraños al digerir su comida. Era tipo tan raro, que hasta me hicieron estudiar un manual de instrucciones antes de poder conocerlo en persona.
Si te descuidabas se quedaba parado, y no había modo de arrancarle palabra si no pulsabas el botón de reinicio. Si a mí me gustaba irme de marcha, el tenía una marcha para cada estado de ánimo diferente. Querría decir que tenía pocas luces, pero lo cierto es que tenía dos faros bien grandes para que se le viera por la noche, por no hablar del surtido luminoso que poseía para adaptarse al parte meteorológico. Podía permanecer inmóvil horas, incluso días. Se quedaba allí quieto, en el mismo lugar donde lo dejaste. Siempre en la misma posición, mirándote. Esperando el momento en el que con un simple movimiento de muñeca, le hicieras rugir. Y sin embargo, era tan rápido que entre su velocidad y su propia masa se había convertido en una máquina de matar perfecta. De la que por cierto, te tenías que hacer responsable.
Por todo ello decidí darle largas. No lo necesitaba, me dije. Hasta que lo necesité. Tenía sus virtudes. A su manera de ser, era simpático y atento. Por lo general siempre hacía lo que le pedías, aunque conllevara estamparse contra una farola. Y era capaz de llevarte a lugares a donde ningún transporte público había llegado aún.
Le pedí disculpas dándole un golpecito cariñoso en la capota. No me respondió. Le dediqué la mejor de mis sonrisas. Siguió sin decir nada. No me sentí ofendida. A fin de cuentas… ¡qué podías esperar de un coche!

lunes, 3 de septiembre de 2012

Del amor y otros demonios, Gabriel García Márquez


Encontré el libro por casualidad en los restos de la mudanza que aún no nos habíamos atrevido a desembalar. Al abrir la caja reconocí el inconfundible olor de las hojas de papel apiladas y encuadernadas. Como una niña chica fui sacando los tomos uno a uno para ver que tesoro nuevo encontraba y me llevaba a mi habitación. Subí dos pequeñas joyas. La primera fue El perfume, un curioso recorrido por la vida de un asesino con una nariz prodigiosa, y la segunda Del amor y otros demonios¸ de Gabriel García Márquez.

No esperé a llegar arriba para empezar el libro de García Márquez. Algo tenía de maravilloso la niña de cuello de cisne cuya cabellera le flotaba alrededor ocupando casi la mitad de la portada. Leí el prólogo sentada en las escaleras. En él el escritor explicaba como se había decidido a contar aquella historia. Hablaba de como siendo un joven reportero había tenido que cubrir unas exhumaciones en el convento de Santa Clara. Al abrir una tumba, una pelambrera de unos veinte metros de largo sorprendió al salir disparada como un león de la cripta, en el interior, los huesos de una niña de unos doce años. Luego la leyenda de una marquesita cuya melena arrastraba por el suelo que escuchó en su infancia hizo el resto.

La verdad, es que es una historia preciosa. Cada personaje representa un mundo, su mundo, y tiene que soportar las tiranteces que ocurren cuando se choca con los de los otros. Cada personaje parece llorar porque se cuente su historia. La protagonista es una muchacha nacida en el seno de una familia  de padre noble y madre plebeya que por culpa del desentendimiento de uno y el odio malsano de la otra, acaba siendo criada por los esclavos negros de la casa. Pero nadie parece querer comprender que a pesar de su apariencia de blanca, la niña tiene alma, creencias, y costumbres de una reina africana.

Para cuando el Marqués trata de recuperar a su hija ya es demasiado tarde. Un perro rabioso la ha mordido, y en su afán por salvarla, por darle todo su amor y cariño, la arrastra al infierno. El obispado la toma por endemoniada y lo obliga a encerrarla en un convento, donde entre el desamparo y los tormentos, entre lo fantástico y lo religioso, se superponen la intolerancia y las necesidades del corazón.

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