martes, 29 de marzo de 2011

Preguntando por un beso

Preguntando por un beso,
si pedir mucho no es
preguntabas tú a la niña
que no sabe qué amar es.

Frunciendo ella iracunda
Escarcha sus ojos de rabia
¿Cómo osas preguntarme?
¿Cómo osas tú, bandido?
que me pides lo que nadie
hasta ahora ha conseguido.

Suplicándome por pena,
capricho necio o sinrazón
Prestamo no hay que valga
del primero. ¡No hay perdón!

El primer beso si es cedido
herejía es ante el amor.
Requisito es de mis labios
conquistarme el corazón.

NOTA: Se lamenta que antes fallara la estructura de los versos, parece ser que no es del todo perfecta la aplicación que funciona en mi móvil. No aplica bien los espacios, pero he aprendido y no volverá a suceder.
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sábado, 19 de marzo de 2011

Ella


Apenas soplaba el viento, y sin embargo, susurraba la hierba. Ella tenía la espalda recta, pero los hombros asustados. Los ojos lucían tristes y parecían pesarle los párpados. La mirada, rendida, y sus pupilas, muy lejos de allí. Sostenía entre sus manos un pequeño espejo, que fue abriendo poco a poco. Nada más verse, lo estrelló contra el suelo. En la luna de cristal no era ella quien se reflejaba, sino otra, y la otra ella, era yo.

Esta es la carta que nunca escribiré. Verás letras, y palabras, y mis dedos manchados de tinta. Mas no te confundas, no soy yo quien te habla. Porque yo ya no pienso en ti, que es ella, dentro de mí.

Me enfrenté a ti como se tienta al viento, y fui roble en la embestida, y junco en el murmullo. Te miré a ti como se mira al océano, y como náufrago te lancé una botella, y como mar me abandonaste a mi suerte. Y cuando el fuego devoró los brotes verdes, por bruja me arrojaron a la hoguera.

Y ella era el fénix, cuando tú fuiste ceniza, y como arena te escurriste entre mis dedos.

Si alguna vez me echas de menos, llámala a ella, háblale a ella, sueña con ella. Si alguna vez te acuerdas de mí, recuérdala a ella, que te tenía en cada palabra, que te tenía en cada letra. Susúrrale al oído, siempre muy bajito, no vaya a ser que se despierte. No quiero que vuelva a buscarte entre la gente, ni que de nuevo quiebre la recta de mi boca, para volver a decírtelo todo con una sonrisa. Porque yo ya soy otra, y aunque escriba esto, es ella quien habla, porque mis manos no son ya mis manos, si es su voz la que escuchas.

En la torre del recuerdo, las campanas tocan a muerto. El cuervo de Poe tiene la última palabra y “never more” se le ha oído graznar. Ella es desterrada al fondo de mí misma, y no te preocupes, porque de ese exilio, ya no saldrá. Ahora ya somos olvido, y el tiempo, despacio, nos aleja.

En mis ojos para ti sólo hay escarcha, desprecio, dolor y la gélida rabia, pero detrás de toda esa capa de hielo, hay un corazón que se muere de frío.

Marchitó la rosa que en mis labios te dejaste. Lástima que fuera la primera, y nunca fuera cortada.

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