martes, 27 de octubre de 2009

Amor constante más allá de la muerte (Francisco de Quevedo)

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

(Francisco de Quevedo)

Este poema es uno de mis favoritos, pincipalmente en el primer terceto donde las palabras adquieren la fuerza del trazado con maestría. Siempre he admirado los sonentos y nunca me he atrevido con ninguno. Hoy en algún momento y sin darme cuenta, dejé que mis ojos vagaran entre hojas, y de repente, se quedaron inmóviles y clavados como estatuas. Leyeron estas palabras una y mil veces hasta quedarse satisfechos. De Quevedo diríamos que era un personaje peculiar, pero... ¡Hay que ver cómo escribía!

viernes, 23 de octubre de 2009

Viernes

Memoria me dice, aquel día fue viernes.
Explicarme no puedo, ni acaso enterderme
Sonríe la risa, no pienses que inerme
Prometio la espina ¡desdicha!, fue viernes.

miércoles, 21 de octubre de 2009

La crítica y el pájaro gigante



De la misma manera que unas extrañas marcas en la roca, tuvieron que escalar poquito a poco la montaña de las hipótesis, hasta dar con la cima de la teoría y ser consideradas hoy por hoy como huellas de un saurio terópodo, por el mismo proceso deberían pasar cada uno de los principios y opiniones que poseemos cada uno.

Para terminar llegando a la conclusión de que por allí había caminado un dinosaurio, si seguimos la línea del tiempo, obtendremos que en un principio eran simplemente unas marcas en el suelo, luego simplemente fueron unas extrañas marcas en el suelo y finalmente a alguien se le ocurrió reflexionar, y comparándolas con las que hace un pájaro en la arena, llego a la conclusión de que eran las huellas de un pájaro gigante. Esta hipótesis se fue adaptando a las diferentes culturas que cerca de allí se asentaron, así el gran pájaro pasó a ser un gran Dios y un Dios pequeño, fue víctima de desamores y de feroces guerras. De esta manera, los rastros en la roca fueron yendo de unas hipótesis a otras, yendo por el camino más razonable (y a veces volviendo sobre sus pasos) que cada momento otorgaba. Y de repente, un día, una persona escucha hablar sobre un suceso similar en otro lugar, llegan nuevas ideas con más fuerza. Se habla de reptiles gigantes, y más tarde de dinosaurios con tres dedos en cada pie. Parece estar todo muy claro, las huellas son del terrible reptil, ahora parece estar todo muy claro. Pero... ¿Y la primera teoría, la del gran pájaro gigante? ¿Merece la pena olvidarla? Hubo quien dijo que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, hay más allá en el horizonte por descubrir. Una nueva teoría emparenta a los dinosaurios como primos y antepasados de las aves.

¿No resulta curioso que algo tan banal como unos miserables surcos en la tierra, puedan haber llegado a florecer en semejantes teorías? Tan sólo después de observar, escuchar y criticarse, se ha podido acercarse un poco más a la verdad. De este modo, mientras los interrogantes puedan hablar, la curiosidad pueda prosperar, y mientras haya alguien con ideas nuevas que contar, el pensamiento, los sueños y hasta la realidad, encontraran nuevas maneras de evolucionar. Y del mismo modo que se llega a una teoría cada vez más acertada, nuestra percepción de la realidad nunca debe estancarse, sino fluir por los instantes del tiempo, rápida pero sin prisa, como un junco se mece al compás del viento, y como se dobla ante el redundante huracán.

(Se admiten críticas, hay quien dice que la piedra de la foto no es un fosil, pero para mí siempre será Piedrecito. Mi amuleto.)

lunes, 5 de octubre de 2009

Hay ojos en las estrellas

La vida últimamente se ha dedicado a burlarse de mí. Hoy me ha sadado la lengua, sólo he tenido que tirar de ella y la vida ha vuelto a mí. Entre la duda y la indecisión se pierden la mayoría de las oportunidades, echan a volar los mejores sueños y se desestiman las esperanzas. Reflexionar siempre es conveniente, siempre y cuando no se haga demasiado y se comience a dudar de las conclusiones.

Me gusta pensar que no hay nada que si me lo propongo no pueda llegar a hacer, que si ofreces las suficientes ganas y esfuerzo no hay nada que te impida volar. Lamentablemente, no es una regla infalible, por mucho que lo lo intente, empujando no podre mover una montaña, pero funciona en muchas más ocasiones de las que uno cree.

La luna me mira y esconde su pálido rostro entre la niebla. Una vez se equivocó y fue mala consejera. La tuve por talismán y hoy brilla igual que ayer. Vuelve el instinto que me perdió una vez, y que misteriosamente, hoy, acaba de renacer de sus cenizas. Me pregunta, ¿y por qué no? podría responderle de una y mil maneras. Mi boca se cierra, hay ojos en las estrellas

viernes, 2 de octubre de 2009

Y creí

Creía en el mundo, de verdad que sí.
Creía en la luz y en un mañana, yo era esperanza, yo era sueños.

Yo creía en el alma y en una estrella, fui un deseo.
Y en la justicia, y en la libertad. Creía en quimeras.
Mientras fui ave en vuelo, también fui ilusión.
Creí en la vida, creí en la razón y el ser humano y como polvo, se escurrió entre mis dedos.
Creía en bellas historias, y fueron leyendas.
Confiaba en el mundo. Lo di todo por una sonrisa

No sirvió de nada.
Y ahora, entre mis dos ojos,
la sombra de la tristeza
será condena eterna.

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