Al final, siempre llega el precipicio. Allí abajo, roca, piedras afiladas, abismo. Un vendaval ulula, grita, chilla, mueve las ramas, y de repente te habla. “Salta,” te dice, “entrégate a la caída, déjame envolver tu cuerpo y lo que pase después, no importa”. El suelo tiembla y se desgrana. La punta de tus pies ya se asoma al vacío. No hay un camino de vuelta, sólo puedes quedarte inmóvil o tratar de salvar la grieta. El tiempo corre en tu contra, la fosa es cada vez más ancha y profunda. Si no haces nada, vas a despeñarte. Y si haces algo y te equivocas, te despeñarás antes.
Y es entonces cuando te permites soñar. Quizás, y sólo quizás, si te pones con suficiente ahínco logres alcanzar la otra orilla. Quizás no esté tan lejos, y un salto te haga llegar. O quizás si obedeces al viento, este te sostenga y te haga volar. En tu orilla se desmorona la tierra, nadie puede vivir anclado al pasado. Quizás más allá haya auroras, quizás allí la luz sea más clara, quizás, dices con una sonrisa, allí te espere tu destino.”Idiota,” te susurra una sombra, “¿acaso crees que a todos les gusta su sino?”. Te hace dudar, pero tus piernas ya te han despegado del polvo. Te asustas y cierras los ojos, ¿quién has sido tú para ilusionarte? Extiendes tus manos y dejas que el aire te abrace, por debajo abre sus fauces un terrible y negro agujero.
Mas como dijo una vez Julio Cesar, “alea jacta est”, la suerte está echada.
1 comentario:
Quizás haya esperanza más allá del abismo... Me gusta mucho tu relato :)
"Y es entonces cuando te permites soñar. Quizás, y sólo quizás, si te pones con suficiente ahínco logres alcanzar la otra orilla."
He visto el comentario que me has dejado... y me ha encantado, es genial poder saber lo que puede entender alguien que no conoce lo que inspira el poema. Mil gracias ^^
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