Y la decía adiós, y ojalá que no te vuelva a ver, y quédate un poco más, y no me dejes así. Así se despedía de aquella sonrisa que sin querer se despertaba en su boca, que había descubierto al mundo su alma y en la que no tenían cabida los secretos.
Un viernes llegó y la dio vida, pero ahora no debía abrirle las puertas. Porque la sonrisa se iría, y luego volvería. La traerían los vientos del norte y volvería a arriesgar. Y perdería. Otra vez.
Por eso la encerró en una celda de siete letras, con siete candados y una sola llave. Porque ese cofre no debía nunca volver a abrirse.
Y por todo ello decidió dormirla, y buenas noches y hasta otro día que no llegaría. Cavó un hoyo, y comenzó a echar tierra sobre la tumba.
Escondida detrás de una pared.
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¿Recuerdas cuando se te caía el mundo y yo estaba a tu lado? Era yo quien
iba a donde sea que estuvieras a abrazarte hasta que te tranquilizaras. Te
acar...
Hace 12 años
1 comentario:
me pregunto cual habra sido esa palabra de 7 letras...
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