Te hablaron de magia. De elevar cosas por el aire y de
transformar con un beso a una rana. De dar una palmada y llamar al diablo. De
golpear un pie contra el suelo, y al volar, ver el mundo bajo tu cuerpo
Creíste que podrías ver tus dedos llenos de chispitas
azules, y te decepcionaron. Te enrabietaste, chillaste y golpeaste el puño
contra la pared. Encerraste tu fe en un cuarto oscuro y castigaste a la
esperanza en un rincón. Y ella, de brazos cruzados, sonreía. Ella sabe que se
pierde, pero no se olvida. Marchita,
pero también florece.
Solo te hacía falta hallar, ese rayito de luz por el que se
cuela la magia. En un mundo donde nada es cierto hasta que lo definan los números,
magia es todo aquello que nunca podrá entenderse. Magia es la primera palabra
de un niño, es esa lágrima que prometió no caer, y sin embargo lo hizo. Es un
labio que tiembla porque echa de menos, es descubrir partes de tu alma que no
sabías que podían llegar a retorcerse. Magia son dos pares de ojos que se
entienden. Magia son dos manos que se buscan. Magia son notas que se
entrelazan, que se cruzan, que se besan, que hechizan, palabras bellas, y una
canción rota.
Magia es descubrir sin buscar, es dejarse emocionar. Magia
es entusiasmo.
Magia es todo aquello que pueda parecer maravilloso. Y yo
aún no he encontrado nada que no pueda serlo.
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Nota: Se trata de un arreglo que le he echo a un texto que anda por ahí junto con la traducción del Hallelujah, para poder publicarlo en un periódico de mi ciudad.