De la misma manera que unas extrañas marcas en la roca, tuvieron que escalar poquito a poco la montaña de las hipótesis, hasta dar con la cima de la teoría y ser consideradas hoy por hoy como huellas de un saurio terópodo, por el mismo proceso deberían pasar cada uno de los principios y opiniones que poseemos cada uno.
Para terminar llegando a la conclusión de que por allí había caminado un dinosaurio, si seguimos la línea del tiempo, obtendremos que en un principio eran simplemente unas marcas en el suelo, luego simplemente fueron unas extrañas marcas en el suelo y finalmente a alguien se le ocurrió reflexionar, y comparándolas con las que hace un pájaro en la arena, llego a la conclusión de que eran las huellas de un pájaro gigante. Esta hipótesis se fue adaptando a las diferentes culturas que cerca de allí se asentaron, así el gran pájaro pasó a ser un gran Dios y un Dios pequeño, fue víctima de desamores y de feroces guerras. De esta manera, los rastros en la roca fueron yendo de unas hipótesis a otras, yendo por el camino más razonable (y a veces volviendo sobre sus pasos) que cada momento otorgaba. Y de repente, un día, una persona escucha hablar sobre un suceso similar en otro lugar, llegan nuevas ideas con más fuerza. Se habla de reptiles gigantes, y más tarde de dinosaurios con tres dedos en cada pie. Parece estar todo muy claro, las huellas son del terrible reptil, ahora parece estar todo muy claro. Pero... ¿Y la primera teoría, la del gran pájaro gigante? ¿Merece la pena olvidarla? Hubo quien dijo que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, hay más allá en el horizonte por descubrir. Una nueva teoría emparenta a los dinosaurios como primos y antepasados de las aves.
¿No resulta curioso que algo tan banal como unos miserables surcos en la tierra, puedan haber llegado a florecer en semejantes teorías? Tan sólo después de observar, escuchar y criticarse, se ha podido acercarse un poco más a la verdad. De este modo, mientras los interrogantes puedan hablar, la curiosidad pueda prosperar, y mientras haya alguien con ideas nuevas que contar, el pensamiento, los sueños y hasta la realidad, encontraran nuevas maneras de evolucionar. Y del mismo modo que se llega a una teoría cada vez más acertada, nuestra percepción de la realidad nunca debe estancarse, sino fluir por los instantes del tiempo, rápida pero sin prisa, como un junco se mece al compás del viento, y como se dobla ante el redundante huracán.
Para terminar llegando a la conclusión de que por allí había caminado un dinosaurio, si seguimos la línea del tiempo, obtendremos que en un principio eran simplemente unas marcas en el suelo, luego simplemente fueron unas extrañas marcas en el suelo y finalmente a alguien se le ocurrió reflexionar, y comparándolas con las que hace un pájaro en la arena, llego a la conclusión de que eran las huellas de un pájaro gigante. Esta hipótesis se fue adaptando a las diferentes culturas que cerca de allí se asentaron, así el gran pájaro pasó a ser un gran Dios y un Dios pequeño, fue víctima de desamores y de feroces guerras. De esta manera, los rastros en la roca fueron yendo de unas hipótesis a otras, yendo por el camino más razonable (y a veces volviendo sobre sus pasos) que cada momento otorgaba. Y de repente, un día, una persona escucha hablar sobre un suceso similar en otro lugar, llegan nuevas ideas con más fuerza. Se habla de reptiles gigantes, y más tarde de dinosaurios con tres dedos en cada pie. Parece estar todo muy claro, las huellas son del terrible reptil, ahora parece estar todo muy claro. Pero... ¿Y la primera teoría, la del gran pájaro gigante? ¿Merece la pena olvidarla? Hubo quien dijo que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, hay más allá en el horizonte por descubrir. Una nueva teoría emparenta a los dinosaurios como primos y antepasados de las aves.
¿No resulta curioso que algo tan banal como unos miserables surcos en la tierra, puedan haber llegado a florecer en semejantes teorías? Tan sólo después de observar, escuchar y criticarse, se ha podido acercarse un poco más a la verdad. De este modo, mientras los interrogantes puedan hablar, la curiosidad pueda prosperar, y mientras haya alguien con ideas nuevas que contar, el pensamiento, los sueños y hasta la realidad, encontraran nuevas maneras de evolucionar. Y del mismo modo que se llega a una teoría cada vez más acertada, nuestra percepción de la realidad nunca debe estancarse, sino fluir por los instantes del tiempo, rápida pero sin prisa, como un junco se mece al compás del viento, y como se dobla ante el redundante huracán.
(Se admiten críticas, hay quien dice que la piedra de la foto no es un fosil, pero para mí siempre será Piedrecito. Mi amuleto.)
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