Me gusta pensar que no hay nada que si me lo propongo no pueda llegar a hacer, que si ofreces las suficientes ganas y esfuerzo no hay nada que te impida volar. Lamentablemente, no es una regla infalible, por mucho que lo lo intente, empujando no podre mover una montaña, pero funciona en muchas más ocasiones de las que uno cree.
La luna me mira y esconde su pálido rostro entre la niebla. Una vez se equivocó y fue mala consejera. La tuve por talismán y hoy brilla igual que ayer. Vuelve el instinto que me perdió una vez, y que misteriosamente, hoy, acaba de renacer de sus cenizas. Me pregunta, ¿y por qué no? podría responderle de una y mil maneras. Mi boca se cierra, hay ojos en las estrellas
1 comentario:
No es bueno tener a la luna de talismán. Como bien dijo Shakespeare es tricionera. Pero tus textos nunca me traicionan. Tan perfectos como siempre
Un nuevo felicidades para tu colección.
Saludos, como siempre
Lish
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